Entre las palabras rimbombantes del no muy largo
discurso de toma de posesión del nuevo presidente norteamericano señalo
dos de ellas… “Lo primero siempre será América” y dirigiéndose al poder
oculto lanzó la siguiente; “Vamos a quitaros el poder para devolvérselo
al pueblo”. Toda una soflama demagógica y populista que en realidad no
dice nada; sencillamente por cuanto el que gobierna, necesita infinidad
de apoyos y por tanto siempre “hará lo que pueda o le dejen, o se
arriesgará a que “lo quiten de en medio”, como ya les ocurriera unos
cuantos antecesores suyos; por tanto “menos lobos”, que decimos aquí en
algunas partes de las complicadas “Españas”; y de lo que sabemos “una
jartá, los casi españoles”, que conocemos medianamente la historia de
este complicado país, donde hay más “españas” que “Estados en USA”; y
donde nos han engañado tanto que ya no creemos en nada de lo que nos
digan los políticos que nos explotan o piensan explotarnos.
Por todo ello al único político que dijo una gran verdad hay que
honrarlo por ella; “solo sangre sudor y lágrimas os puedo ofrecer hoy,
pero venceremos”, que como se sabe lo dijo Churchill; aunque antes y
después mintiera como los demás; puesto que gobernar es en este mundo,
ante todo mentir y engañar, “robando al prójimo todo cuanto se pueda y
más”.
Por ello pienso que el político que va honradamente a esa vocación (que no oficio) debiera al entrar en el cargo, decir más o menos… “No sé lo que me voy a encontrar cuando entre en mi despacho, por tanto nada os puedo prometer, salvo que procuraré hacerlo lo mejor que sepa y pueda, para que cuando me marche, os deje un buen recuerdo de mi paso por el mismo; ahora no sé ni lo que podré hacer, o lo que me dejarán hacer las circunstancias que me encuentre y los enemigos con los que indudablemente habré de enfrentarme”. Y debiera ser así, puesto que hoy no se puede hacer lo que aquel monje que sacaron de su obispado, para convertirlo en rey de Aragón y el que se conoce en la historia de España, como “Ramiro II el monje”; y su famosa campana (la de Huesca) cuyo lúgubre tañido indicaba “las cabezas cortadas por aquel santo varón”, el que aleccionado por su prior, le indicó el camino “cortando un seto ante su mirada y tras oír a su anterior discípulo lo que se encontró en la corte, a la que no quería ir en principio, como sabemos”.
Por tanto el nuevo presidente norteamericano es como todos. “un melón cerrado”; cuando se vaya abriendo y degustemos “su pulpa y aromas”, entonces diremos “cómo nos sabe la fruta que trae”; de momento mejor no decir nada y esperar que vaya entrando en los infinitos problemas con los que ha de enfrentarse, pues no olvidemos de que “cargo viene de carga y que la carga que tiene que asumir el Sr. Trump no sería ni mínimamente deseable para cualquiera con cierta responsabilidad y que pensara en ejercerla”, salvo que sea todo lo contrario y vaya como cualquier político hoy va a la política de mercenarios, que es lo que se practica en el mundo, que en realidad es lo que se ha practicado siempre; y en cuanto al resto, puntualizo lo de “pueblo y lo de América”.
Al pueblo no se le puede devolver el poder, sencillamente porque nunca lo tuvo ni lo va a tener, puesto que es imposible; el poder siempre estará en manos de “camarillas o minorías”; por cuanto el pueblo (la masa) no sabe organizarse y necesita quién lo organice o maneje; de ahí la necesidad de “los organizadores”, dependiendo de la calidad de estos y si “los manejadores”, encuentran un buen líder. La marcha de ese pueblo que siempre fue y seguirá siendo “huérfano de padres”. No depende de la masa; por lo tanto el denominado “poder del pueblo” es, una de las muchas y grandes mentiras que se emplean en este pobre mundo.
En cuanto a lo otro de, “Lo primero siempre será América”, hay que entenderlo como que, “Lo primero siempre será lo que interese a las fuerzas dominantes que en realidad fueron y serán a las que decidirán y según sus interese, lo que interesa a los Estados Unidos de Norteamérica”, que no “a América”; palabra esta que emplean mucho, muchos norteamericanos, que en realidad tampoco define el territorio que dominan, puesto que Norteamérica, está compuesta, por los Estados Unidos de México, los Estados Unidos de los que hoy hablo y El Canadá, que es otro inmenso país; en cuanto a América completa es mucho más extensa y variada como se puede apreciar, simplemente viendo un mapa completo de América, de la que algunos norteamericanos se consideran dueños. Así es que “más piano” y hable el que no sepa, puntualizando todas estas “cositas”.
Que indudablemente el Sr. Trump va a capitanear un poder inmenso y que este influirá en todo el globo terráqueo, nadie lo dude, pero “el traje es demasiado ancho para un cuerpo solo”; y como el poder norteamericano ya lleva más de un siglo; puesto que se consolidó cuando “acabó con el Imperio Español” y le compró “al zar ruso” esos inmensos territorios que conocemos como Alaska; más luego ser uno de los grandes vencedores de la II Guerra Mundial (los otros fueron la URSS (hoy Rusia) y la China comunista, hoy capitalista como ellos) ¿en qué ha influido todo ello en un mundo mejor gobernado en general?; veamos cómo sigue este pobre planeta y respondamos sin miedo, puesto que si bien se ha mejorado en tecnología, pero en general el retroceso y decadencia humanas, ese ha sido el verdadero y cruel “progreso” de la actual humanidad; lo demás son… “cuentos de las mil y una noches”. Que por cierto vienen de la civilización que introdujo Mahoma, del que también dimana el terrorismo sangriento que hoy padece el mundo, principalmente el musulmán, que es el que
hasta aquí, el que más víctimas ha aportado.
Así es que menudos problemas tiene “en su despacho” el Sr. Trump, al que
sinceramente le deseo buena suerte, puesto que la va a necesitar, mucho
más que “los misiles”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
(Escritor y filósofo)
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