Con acero, valor, sangre y muerte. Así vencieron los 300 soldados al mando de Don Pelayo, el primer monarca del reino de Asturias, a los miles de musulmanes que osaron asediar Covadonga, el último enclave cristiano que aún resistía en la Península Ibérica tras la invasión árabe
Por aquel entonces, el año 722, una pequeña parte de Asturias era lo único que quedaba en el mapa de la tierra que un día habían dominado los visigodos. No obstante, en ella habitaba un ínfimo reducto de soldados que, tras derrotar y poner en huida al ejército musulmán, inició hacia el sur la Reconquista cristiana, aventura que acabaría ocho siglos después cuando los musulmanes fueran expulsados de Granada.
Covadonga fue el pistoletazo de salida del proceso que llevaría al nacimiento, en un futuro, de los diferentes reinos ibéricos a costa de la expulsión de los musulmanes. Sin embargo, fue también la reacción tardía de un pueblo que, en tan sólo diez años, había perdido a manos del invasor la mayoría del territorio en el que un día se había asentado.
Por aquel entonces, el año 722, una pequeña parte de Asturias era lo único que quedaba en el mapa de la tierra que un día habían dominado los visigodos. No obstante, en ella habitaba un ínfimo reducto de soldados que, tras derrotar y poner en huida al ejército musulmán, inició hacia el sur la Reconquista cristiana, aventura que acabaría ocho siglos después cuando los musulmanes fueran expulsados de Granada.
Covadonga fue el pistoletazo de salida del proceso que llevaría al nacimiento, en un futuro, de los diferentes reinos ibéricos a costa de la expulsión de los musulmanes. Sin embargo, fue también la reacción tardía de un pueblo que, en tan sólo diez años, había perdido a manos del invasor la mayoría del territorio en el que un día se había asentado.
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