Sorprende que la mayoría, incluso "intelectuales académicos", descalifican al que intenta desentrañar los "misterios" tras las conspiraciones.

Niegan las evidencias que determinan cuáles fueron o son los planes de los conspiradores e ignoran la metodología usada. Pero estos "sesudos racionalistas" son incapaces de presentar ningún argumento, se escudan en tópicos de que hablar de conspiraciones es reduccionismo y que ellos, casi siempre sabios de la nada, no creen que existan.

Así, las diversas disciplinas humanísticas han sido aisladas y fragmentadas transformándose en meros tecnicismos y los nuevos especialistas tan solo realizan tesis doctorales descriptivas perfectamente inútiles al carecer de referentes imprescindibles. Adolecen del más mínimo carácter analítico porque parten de un marco circunstancial impuesto, fundado en dogmas, mayormente falsos, diseñados para la imposición del borreguismo en la casta definida torticeramente de "intelectuales" y "artistas".

De no admitir que las conspiraciones son los principales agentes históricos, sólo cabe creer en la magia o en esotéricas teorías del caos, ambas fácilmente desmontables racionalmente.

Desde que el mundo es mundo, TODOS los acontecimientos importantes en lo social, económico, político, etc. han sido consecuencias de conspiraciones. La conspiración es el método más eficaz, y tal vez el único, para acceder al poder y mantenerlo. Las conspiraciones han sido, son y seguramente serán las que determinan la mayoría de acontecimientos reseñables.

¿Qué propició la caída del imperio romano, la invasión musulmana de España, los actos de Mahoma, Cromwell, Lutero o Calvino?

¿Qué sustentó las revoluciones "francesas" y "rusa", la nazi y otras, los infinitos golpes de estado?

La respuesta siempre es CONSPIRACIÓN, conspiración, conspiración, ...

Muchos creen que las llamadas democracias tienen los mecanismos e instituciones apropiadas para defenderse y evitar que los pueblos sean títeres de los conspiradores. Todavía creen que los gobiernos, al ser "representantes" del pueblo pintan algo a la hora de controlar los precios o los salarios por medio de decretos o leyes, que pintan algo al decidir cómo tiene que ser una sociedad.

Todavía creen que las crisis son fruto de ciclos incontrolables (o un defecto congénito del capitalismo), o que el terrorismo es obra de unos fanáticos incontrolables, o el tráfico de drogas de narcos incontrolables y las guerras de las voluntades incontrolables de los pueblos "no democráticos" ...

Los que no estén dispuestos a adoptar una postura racional y crean dogmáticamente que el mundo se mueve por la acción de elementos caóticos, de destinos inescrutables, de movimientos astrales o fuera de todo control, a quienes se sientan más cómodos mirando para otro lado o siguiendo la táctica de la avestruz; a quienes no crean en la libertad esencial del ser humano, a los que no crean en conspiraciones ... a todos ellos mejor que no sigan en el hilo. Mejor que se contenten con las tertulias de radio/TV, editoriales de prensa, y la salsa rosa de la política oficial. Les aconsejo que se conformen con ser siervos de la Jerarquía Iluminista.

Se ha trabajado, y mucho, para que las conspiraciones reales como la de los Iluminados de Baviera que verificó la Revolución "francesa", o la de la masonería egipciana que se aplicó a la España decimonónica, cayeran en el olvido.

Se entorpece el estudio de las fuentes de los proyectos conspirativos modernos para poderlos definir como inventos o desvincularlos de su real autoría y tradición, de los documentos que demostraban su existencia.

Se suele perder el norte cuando se analiza el terrorismo, una de las más terribles metodologías operativas para condicionar los acontecimientos venideros, puesta al servicio de sus promotores y financieros de dichas conspiraciones. Un terrorismo que casi siempre está cocinado en los despachos del poder financiero y gestionado por organizaciones masónicas.

Para mantener la ocultación, el velo o el disfraz se crea una falsa historia oficial que no resiste el más mínimo análisis y se presentan como auténticos movimientos e ideologías que se diseñan mediante la aplicación de la "fórmula mágica" de la dialéctica de las antítesis relativas. Interpretación práctica de una fórmula hegeliana conceptual: tesis frente a antítesis da lugar a síntesis. Sustento perfecto para la consecución del axioma maquiavélico (el fin justifica los medios) sobre todo cuando el fin, la síntesis, es inconfesable y se quiere desvincular de los medios: la tesis y la antítesis.

En esta dialéctica se antepone el efecto a las causas que así se diseñan ad hoc. es la metodologia ideal para que la Jerarquía Iluminista y sus esbirros puedan efectuar sus planes presentándose como consecuencias.

Por ejemplo en política se suele usar para "vender" el aberrante "consenso" y asentar en las mentes la falacia de las izquierdas y derechas radicales.

Al aplicar esta dialéctica, que diseña causas para justificar efectos se consigue "administrar" la consecución "inevitable" de los planes del "progreso". Basta con modificar la velocidad de la aplicación, según se otorgue el gobierno a unos u otros, en función de las posibilidades que se presenten en el momento.

La consecuencia principal es la imposición progresiva de una visión del hombre y del mundo contraria al humanismo y al catolicismo, que básicamente son lo mismo. Para ello se precisa minimizar la importancia, negar la interrelación, y/o desvincular las consecuencias de las ideologías y movimientos históricos que propiciaron esa visión, de los planteamientos impulsores de que: "de los altares ovidados han hecho su morada los demonios"

Y todas esas ideas y movimientos "hermanados" en sus sustancia esotérica, aunque presentados de forma exotérica como antitéticos, se fueron diseñando para conformar lo que podría denominarse una conspiración permanente.