En
estos momentos, gente en las altas esferas está trabajando activamente
en crear las bases para un nuevo orden internacional, basado en el
establecimiento de un único gobierno mundial a escala planetaria.
Pero para conseguir sus planes, primero deben poner la piedra angular que sostendrá todo el proyecto en pie.
Mucha gente cree esa piedra angular para el establecimiento de un gobierno mundial es la ONU.
Pero la verdad es que con la creación de un órgano como la ONU no hay suficiente: hace falta un factor adicional determinante.
En 1986 Ronald Reagan pronunció una
frase memorable, cargada de ironía, en la que exponía cuáles son las
palabras más terroríficas de la lengua Inglesa: “Soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”
A pesar de que la frase es muy cierta,
creo que debe hacérsele una pequeña corrección. Las palabras más
aterradoras en realidad son: “Soy del gobierno y necesitamos más dinero”
Palabras muy parecidas a estas, son, de hecho, las que se pronuncian desde elevadas posiciones estos últimos días.
Un ejemplo de ello lo encontramos en el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble en una columna de opinión titulada: “Por qué la Tributación debe ser Global”.
Ésta frase debería ser suficiente para provocarle escalofríos a todo el
mundo, pero la mayoría de gente lee un titular como éste y simplemente
se encoge de hombros con indiferencia.
Para entender por qué sucede esto, debemos comprender cómo las palabras “gobierno” y “impuesto” han sido concebidas para evitar que la gente vea cómo están siendo gobernados en realidad.
Si se llamaran abiertamente como lo que son, es decir, “mafia” y “extorsión”, ¿quién aceptaría su presencia normal en nuestras vidas?
Siglos de lavado de cerebro han servido para oscurecer la mente de la gente ante la realidad del gobierno y los impuestos.
Pero con la siguiente explicación lo
veremos todo mucho más claro: si alguien viene a exigirte dinero bajo
amenaza de cautiverio o incluso de muerte, entonces verás claramente que
ese alguien es un mafioso.
Sin embargo,si viene a exigirte dinero bajo amenaza de cautiverio o incluso de muerte y, al mismo tiempo dice que es un “servidor público”, entonces deja de ser considerado un mafioso y es llamado “recaudador de impuestos del gobierno”
Esta es la realidad.
Pero hay un interesante corolario para
este argumento: un “gobierno” no es realmente un gobierno a menos que
pueda extraer tributos de sus ciudadanos. Si no puede cobrar impuestos,
no es más que un viejo monstruo desdentado que vive en el bosque; nadie
creerá en él y los que lo hagan no lo tomarán en serio.
Un ejemplo claro de ello: las Naciones Unidas (ONU).
La ONU habla y se presenta como un
gobierno; tiene una asamblea donde representantes (no electos) van a
pavonearse y a hacer grandes discursos políticos, como en un gobierno;
tiene una bandera y un himno y todos los símbolos de un estado. Incluso
tiene la apariencia física de un gobierno: se reúne en salones de actos
ornamentados y dispone de una burocracia enorme, que como sucede con
todos los gobiernos, es culpable no sólo de los pecados de omisión, sino
de los pecados de comisión.
Pero en realidad la ONU no es un gobierno y nadie lo considera como tal en ninguna parte.
¿Por qué?
Simplemente, porque no puede obligar a
nadie a hacer lo que quiere y no puede obligar a nadie a darle dinero. Y
por lo tanto, a la ONU nadie la toma en serio en el escenario mundial, a
menos que sea por algún motivo de ventaja propagandística.
La élite financiera situada en la parte
superior de la pirámide de poder siempre ha sabido que imponer un
impuesto global (apoyado con la capacidad de hacerlo pagar) es la piedra
angular sobre la que gira su sueño de implementar un gobierno global
para todo el planeta.
Al igual que ha sucedido con la
imposición de cualquier otro impuesto anterior, no importa lo
intrascendente que sea el impuesto en sus inicios: lo importante es
crear el concepto inicial y acostumbrar a la población a él.
Pongamos un ejemplo muy claro de este mecanismo.
En EEUU, el impuesto sobre la renta fue
“vendido” inicialmente a la opinión pública como un impuesto menor que
sólo afectaría a los ricos, cuando se presentó por primera vez en 1913. Y
una vez acostumbrada la gente a su existencia, con el tiempo, el
impuesto se convirtió en obligatorio para toda la población, sin
excepción.
Así es exactamente es como se creará el impuesto mundial: se venderá como un “bien público” al que muy pocos se atreverán a oponerse.
De hecho, ya ha habido algunos primeros intentos para instituir un primer impuesto global.
Una de las ideas que se ha hecho circular en varias ocasiones en los últimos años es el de un impuesto mundial al carbono.
Después de décadas de adoctrinamiento,
un gran porcentaje de la población occidental está ahora dispuesta a
creer que el dióxido de carbono está alterando gravemente el clima y que
el mundo se va a acabar por el calentamiento global supuestamente
provocado por el hombre. Como resultado, un gran número de personas
están convencidas de que la solución es desincentivar la civilización
gravando su propia existencia. Ésta es la esencia de la propuesta de
“impuesto mundial al carbono” que ha sido empujado personajes como Ralph
Nader en el Wall Street Journal, en un artículo de opinión del año
2008, titulado: “Necesitamos un impuesto mundial al carbono” y por otros
personajes como Suresh Naidu en Jacobin Mag en un artículo de opinión
del año 2014 imaginativamente titulado: “Necesitamos un impuesto mundial
al carbono”.
Afortunadamente estas propuestas no han
logrado traducirse en algo concreto en el plano político y parece que
ésta propuesta va para largo.
Otra idea parecida que busca establecer un impuesto mundial es la popular “Tasa Tobin”, también llamada “Impuesto Robin Hood”.
Básicamente, la Tasa Robin consiste en
imponer una tasa sobre las transacciones financieras, incluidas las
compras y ventas de acciones, bonos, fondos mutuos, futuros y otros
instrumentos. Incluso un pequeño impuesto del 0,05% por transacción
sería suficiente para acumular grandes cantidades de dinero y a la vez
desalentar el comercio de alto volumen y la especulación
desenfrenada,mientras que los pequeños y medianos inversores ni tan solo
notarían su presencia. Parece una gran idea, que aparentemente no tiene
nada de malo, pero que en realidad representaría un primer paso en la
dirección de crear un impuesto global y establecer un gobierno global.
Pero de momento, la propuesta tampoco logra arrancar.
Como los globalistas están descubriendo,
incluso ofreciendo toneladas de propaganda al público, no llegan a
conseguir convencer a la población de que acepte un impuesto global. Por
lo tanto, y al menos de momento, es improbable que consigan que la
gente apoye la creación de un impuesto global recaudado por las Naciones
Unidas.
Pero existe una alternativa ingeniosa con la que pueden salirse con la suya.
¿Y si en lugar de imponer un “impuesto
global”, imponen un “impuesto local”, coordinado a nivel global? ¿Cómo
respondería entonces la población?
Esto puede estar ocurriendo delante de nuestras narices.
Y es que los tratados y acuerdos comerciales son otro elemento vital para establecer un gobierno mundial.
Tienen la capacidad de socavar la
soberanía nacional e incluso alterar la constitución de un país, y por
lo general se resuelven a puerta cerrada, en reuniones secretas llevadas
a cabo por los llamados “representantes” del pueblo, conjuntamente con
otras élites de poder de otras naciones. Del mismo modo que se pueden
utilizar para cambiar las leyes, normas y reglamentos de un país,
también, pueden ser utilizados para imponer gravámenes a personas de
todo el mundo.
Éste es el caso de una negociación a
puerta cerrada que tuvo lugar entre miembros de la Organización Mundial
de la Salud en Moscú, el mes pasado.
El encuentro fue tan secreto, que la
prensa fue expulsada físicamente fuera de la sala en la se llevaban a
cabo las deliberaciones.
¿Cuál era su agenda secreta? Implementar
un impuesto del 70% sobre el tabaco, un impuesto que va a ser aplicado
por todos los signatarios de un acuerdo anti-tabaco de la ONU.
Si esto sigue adelante según lo previsto, se trata de un incidente preocupante.
¿Por qué razón?
Porque se crea un precedente que
posteriormente podrá aplicarse a cualquier clase de productos de
consumo, mediante la aplicación de impuestos arbitrarios de
“armonización”.
Y eso puede llevar, incluso a eliminar del mercado, productos “indeseables”.
Cuando esto se hace con los cigarrillos, la mayoría de gente presta apoyo a la medida, por motivos sanitarios.
Pero ¿qué pasará cuando esto se aplique a otros sectores de la economía, o incluso a las tasas fiscales en general?
Como señala Lorenzo Montanari en un reciente artículo en Forbes:
“En los últimos meses Irlanda ha
enfrentado una fuerte presión internacional y críticas de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre
sus políticas pro-empresariales, incluyendo su competitiva tasa de
impuesto de sociedades del 12,5% . Este es sólo otro ejemplo de una
organización internacional no respaldada por ningún mandato electoral
interfiriendo y socavando la soberanía nacional y la competitividad
internacional”
El sueño de crear un gobierno
verdaderamente global con el poder de imponer y hacer pagar impuestos
aún queda un poco lejos, pero con la aplicación de impuestos sobre el
consumo a nivel mundial y la continua presión para “reprimir a los
evasores de impuestos” (la excusa perfecta), mediante la armonización de
las leyes fiscales y el intercambio de información fiscal entre los
países, se estarán situando los primeros bloques de construcción de este
sueño de las élites.
Esa es la auténtica razón por la que se habla de forma tan insistente de “los grandes evasores de impuestos” y de los “paraísos fiscales”.¿Cuál creíais que era su objetivo final?
¿Crear un mundo más próspero y un planeta más feliz y más libre para todos?
Si realmente crees algo así, debes ser de ese tipo de personas que creen que el gobierno está ahí para ayudarte…
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