El 23 de febrero de 1981, sucedió un hecho histórico en España,
que ha repercutido en nuestras vidas, pero no de la manera que nos han
contado, sino de una muy diferente. Treinta y tres años después del 23-F,
vemos como programas que se preciaban como estandartes del periodigno,
ridiculizan con experimentos desinformadores a sus fieles televidentes,
cuanto más se espera de ellos. En los medios oficiales siempre nos han
contado, que el rey salvó la democracia de nuestro país
ese día, pero ¿fue realmente así?. Según diversas fuentes parece ser
que no. En las múltiples versiones que hablan del 23-F, existen
muchos vacíos y piezas que no encajan, versiones contradictorias y
extraños sucesos. ¿Sabemos realmente quien planeó el golpe de estado?,
¿Qué papel desempeñó el rey?, ¿Qué funciones realizaban nuestros servicios secretos?, ¿Y la CIA?, ¿Que pinta el Vaticano?, ¿Cómo es posible que Tejero entre por sorpresa en el Congreso cuando estaba vigilado?, ¿Qué pasó entre Armada y Tejero allí dentro?, ¿Era real “la lista de los diecinueve” con un gobierno preparado?, ¿Fracasó realmente el golpe?.
Según Wikipedia, el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en España, también conocido como 23-F, fue un intento fallido de golpe de Estado perpetrado fundamentalmente por algunos mandos militares, cuyo episodio más conocido fue el asalto al Congreso de los Diputados por un numeroso grupo de guardias civiles a cuyo mando se encontraba el Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, durante la sesión de votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, de la UCD.
La negativa del rey a apoyar el golpe permitió abortarlo a lo largo de
la noche. El propio monarca se aseguró mediante gestiones personales y
de sus colaboradores la fidelidad de los mandos militares. A la una y
catorce minutos de la madrugada del día 24 de febrero, el rey intervino en televisión, vestido con uniforme de Capitán General de los Ejércitos para situarse contra los golpistas, defender la Constitución española, llamar al orden a las Fuerzas Armadas en su calidad de Comandante en Jefe y desautorizar a Milans del Bosch. A partir de ese momento el golpe se da por fracasado. Según Jesús Palacios en sus libros “23-F: el golpe del CESID” y “23-F: el rey y su secreto”, el Coronel Diego Camacho López-Escobar en su obra “23-F, Golpe de Estado en busca de autor”, el Coronel Amadeo Martínez Inglés en su libro “23-F. El golpe que nunca existió”, el Coronel Juan Alberto Perote en “23-F: ni Milans ni Tejero. El informe que se ocultó”, Patricia Sverlo en el capítulo 12 de su biografía no autorizada de Juan Carlos de Borbón “Un rey golpe a golpe” o Alfredo Grimaldos en el imprescindible “La CIA en España”,la
versión oficial no tiene mucho que ver con lo que realmente sucedió. De
estos libros y otros que se citarán, se pueden extraer diversos puntos
comunes que vamos a ver en este post.
Antecedentes. Los militares.
Para situarnos un poco en el entorno, estaba gobernando Adolfo Suarez, de quien ya hablaremos otro día, y este tomo ciertas decisiones que molestaron a algunos. En lo referente al 23-F,
en primer lugar, es importante recordar una reunión que tuvo con los
altos mandos militares del estado en septiembre de 1976 para comentarles
su políticas. En la reunión están el Vicepresidente para Asuntos de la Defensa, Fernando de Santiago y Díaz de Mendívil, el Ministro del Ejército Félix Álvarez Arenas, el Ministro de la Marina Gabriel Pita da Veiga, el Ministro del Aire Carlos Franco Iribarnegaray y el Jefe del Estado Mayor Central del Ejército Manuel Gutiérrrez Mellado. También los jefes de las nueve capitanías generales, más Canarias y Baleares; los Jefes de Estado Mayor, directores y presidentes de altos organismos e instituciones. En total, una treintena de generales y almirantes. Suárez en su discurso va describiendo las grandes líneas de su política, asentar la democracia y consolidar la Corona. Se trata de adaptar la España de Franco a los nuevos tiempos. Entre los militares existe la preocupación de legalizar ciertos partidos, en especial el Partido Comunista. Suárez
responde ante dichas inquietudes: “Debéis rechazar cualquier recelo o
duda al respecto. Tendremos partidos políticos que irán desde la derecha
hasta la izquierda moderada. El techo está en la socialdemocracia y
como mucho en el Partido Socialista. Desde luego que el Partido Comunista
nunca será legalizado. Vosotros me conocéis bien. Yo también soy un
hombre de lealtades. Sabéis de dónde vengo y éste es mi firme
compromiso. Tenéis mi palabra de honor.” Los militares le felicitaron
efusivamente. El Teniente General Gutiérrez Mellado le dió un fuerte abrazo. Y el Teniente General Mateo Prado Canillas, Capitán General de la VI Región Militar con cabecera en Burgos, dijo aquel famoso “¡Viva la madre que te parió!”.
Pués bien, en abril de 1977 Suárez, en una “decisión personal”, pero acordada previamente con el rey, legaliza el Partido Comunista. Gutiérrez Mellado, Martín Villa, Calvo-Sotelo
entre otros, también tienen algo que ver en la toma de esta decisión.
La sorpresa fue general para todos, especialmente entre las Fuerzas Armadas.
Nadie advirtió a la cúpula militar de la medida política, que se
enteran por la televisión. Esto hace que haya reuniones oficiales, no
clandestinas, al más alto nivel militar donde se escuchan las palabras
“engaño”, “traición” y “exigir al ejecutivo”, se pide la dimisión de los
ministros militares, que salgan del gobierno, y se habla por primera
vez de intervención militar. Todo el colectivo estaba de acuerdo en una
rebelión general, como ejército ya no de Franco, sino del Rey,
aceptando así las nuevas normas de la democracia y la reforma política
aunque muchos lo hicieran solo por disciplina. Recordemos que durante el
régimen, el comunismo fue siempre su enemigo a batir. Por otra parte el
rey, en sus conversaciones con José Luis de Vilallonga, reconoce que antes que Suárez ya había tenido contactos con Carrillo para la legalización del PCE y le confiesa que se puede confiar en el Ejército si se juega limpio con él.
Toda la ira recayó en Suárez y Gutiérrez Mellado. El primero pasó a ser un tramposo sin crédito alguno, al segundo lo quitaron de teniente general y se quedó en señor Gutiérrez. Muchos generales le retiraron el saludo, ni siquiera se le ponían después al teléfono. El Vicepresidente
se justificaría posteriormente asegurando que habló con los ministros
militares. No fue cierto. Desoyó las recomendaciones que en ese sentido
otros miembros del ejecutivo le hicieron. Pero la responsabilidad fue
del Presidente. Varios familiares dejaron de hablarle. Suárez tocado y Gutierrez Mellado
hundido, pero en su carrera militar, no en su consiguiente ascensión
como político y en colocarse al frente de todo el aparato militar.
Primero como Vicepresidente sustituyendo a Fernando de Santiago tras su dimisión por discrepar con el comportamiento de Suárez, y después aboliendo los ministerios de Ejército, Marina y Aire, agrupándolos a los tres dentro del ministerio de Defensa, del cual el era Ministro. Como curiosidad de este señor, el 14 de junio de 1975 fue nombrado Comandante General y delegado del gobierno de Ceuta, cargos que compatibilizaba con el de jefe de la delegación militar que negociaba el tratado legislativo con Estados Unidos firmado en enero de 1976. Para la historia de la transición, la fecha de la inscripción del PCE será recordada como el Sábado Santo rojo. La detención de Carrillo en las navidades de 1976 y la matanza de Atocha, como vimos en el post de Gladio, fueron dos hechos que iban a acelerar el proceso de legalización.
Comienzos de Tejero.
En agosto de 1978, el periódico “El Imparcial” le publica a Tejero
en portada una larga carta dirigida al rey. El motivo es el asesinato
de cuatro funcionarios perpetrado por comandos terroristas. En noviembre
se desarticuló la Operación Galaxia, un intento de golpe de estado por el que su principal responsable, Antonio Tejero,
fue condenado a siete meses de prisión. Su finalidad era detener los
procesos de reforma política llevados a cabo por el gobierno de Adolfo Suárez. El plan consistía en la ocupación del palacio de La Moncloa, en el que el gobierno en pleno, que estaría celebrando el Consejo de Ministros, sería arrestado, para obligar al Rey a crear un gabinete de salvación nacional. Las tres personas encargadas de la operación eran el Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, el Capitán de la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas y otro Coronel del Estado Mayor, cuyo nombre es desconocido. Ver más. Tejero e Ynestrillas, fueron juzgados y ambos manifestaron que la conversación en la Cafetería Galaxia
era una discusión teórica sobre la posibilidad de dar un golpe de
Estado. Fueron condenados a siete meses y un día, y seis meses y un día
respectivamente y ninguno de ellos perdió su rango militar, incluso Ynestrillas fue posteriormente ascendido a Comandante.
Antecedentes. Los espías.
Lo que entonces no sabía Tejero es que el Jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales del CESID el Comandante José Luis Cortina está siendo informado de cada paso, contacto, reunión, conversación y movimiento que realiza, por un Capitán del propio Tejero llamado Gómez Iglesias. Este está integrado desde octubre de 1978 en una unidad operativa de una de las secciones de la AOME (Agrupación Operativa de Misiones Especiales), la joya del CESID como Jefe Operativo, diseñada y dirigida por el propio Cortina. Ambos deciden seguir muy de cerca todos los pasos que del Teniente Coronel Tejero,
sin modificar sus planes. Incluso se barajan la posibilidad, de
utilizarlo llegado el caso. Puede ser un elemento útil, y para ello nada
mejor que vigilarlo muy de cerca y tenerlo controlado. Desde entonces, Tejero será marcado de cerca. Por un lado, Iglesias
en relación directa con él, por otro, numerosos agentes lo seguirán a
todas partes, pincharán sus conversaciones y fotografiarán todos sus
pasos.
En septiembre de 1979 el Jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales del CESID el Comandante José Luis Cortina
comienza a remover las ganas de intervención militar que tienen algunos
de sus colegas y quiere saber quiénes están perpetrando algún tipo de
acción. A esta investigación se le llamó la “Operación tenedor”, que se desarrollará hasta septiembre de 1980, con el Capitán de la guardia Civil Gil Sánchez Valiente y Cortina al cargo. La operación consta en instalar una red de antenas en una docena de restaurantes, conocidos en Madrid,
para que le tengan informado al día de lo que hablan banqueros, altos
cargos, militares e ilustres burgueses. La relación entre ambos la ha
facilitado Javier Calderón, Secretario General del CESID. Calderón quien recordemos, fundó Alianza Popular con la ayuda económica de los padres de Aznar, Rato y Gallardón
entre otros, quiere que su amigo de la infancia se encargue de crear un
grupo de operaciones secretas con dependencia directa y exclusiva del Director General de la Guardia Civil. Los numerosos contactos con Cortina
llegan a forjar una estrecha amistad. Ambos conocen bien el campo de la
inteligencia y han sido número uno en sus respectivos cursos de boinas
verdes, lo mismo que el Capitán Gómez Iglesias. Según el Capitán Gil Sánchez Valiente
o el hombre del maletín, el objetivo era mantener “conversaciones
preliminares con jefes y oficiales que estén planeando ya algún tipo de
acción correctora”. Por ese tiempo, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado giran visita a las instalaciones de la Plana Mayor de la AOME. El momento es fotografiado y la conversación grabada en cinta. Al hablar de la lucha contraterrorista, Suárez crecido, se inclina por aceptar la actuación selectiva de comandos mercenarios en el sur de Francia y eliminar a los dirigentes etarras en sus bases, conversación que sacó a la luz Isidoro para escusarse cuando le relacionaron con los crímenes del Caso GAL.
Operación De Gaulle.
Por otra parte, el General Armada adquiere por momentos mayor protagonismo y atención en el CESID. Se postula para ser protagonista en esta historia. El entonces gobernador militar de Lérida tiene una excelente relación con los responsables del CESID y con la monarquía. Calderón y Cortina retoman la “Operación De Gaulle”. Se trata de un plan de intervención militar, como respuesta a un Supuesto Anticonstitucional Máximo o SAM,
para reconducir la situación dentro de la legalidad. El estudio
contempla que se puede ofrecer una salida constitucional, de acuerdo con
la ley, posibilitando la formación de un gobierno de regeneración
nacional. El citado gabinete estaría formado por miembros de la mayoría
de las fuerzas políticas parlamentarias con un general a su cabeza.
Tendría poderes excepcionales, sus integrantes actuarían
independientemente de la disciplina de los partidos a los que
pertenecieran y su mandato estaría vigente hasta el siguiente período
electoral. Los padres de la Operación De Gaulle son los capitanes José Faura Martín y José María Peñaranda Algar, la bautizaron así en recuerdo de cuando el presidente Coty, presionado por los generales de Argelia, tuvo que llamar al mítico General Charles de Gaulle para que se hiciera cargo de un nuevo gobierno compuesto por representantes de todos los partidos en el momento que la IV República se venía abajo, ya que el pueblo estaba dividido en dos, los que querían Argelia
libre y los que no la querían perder como provincia. Aquella operación
francesa se hizo respetando el marco legal y la diseñada por estos
capitanes también pretende que su aplicación, si es que fuera necesaria,
se ejecute desde la legalidad.
Tras las elecciones de marzo de 1979, Suárez designó por vez primera como Ministro de Defensa a un civil. A las pocas semanas de tomar posesión, Sahagún visitó la sede del CESID, donde le informaron de las actividades del centro y, entre otras, de la Operación De Gaulle. Alarmado Sahagún,
al creer que estaba ante el diseño de un golpe trazado por el servicio
de inteligencia, ordenó la salida de los autores del estudio y el relevo
del Director del centro. En junio de 1979, sin ruido ni escándalo. Así pensó que la cosa quedaba controlada. Posteriormente, el Capitán José Faura Martín ha llegado a ser Teniente General de cuatro estrellas y Jefe del Estado Mayor del Ejército, lo más alto de la cúpula militar y el Capitán José María Peñaranda y Algar, ha alcanzado el empleo de general de división y es el actual Director del Instituto de Historia y Cultura Militar. Ambos proceden del SECED de la época en la que el Servicio Central de Documentación estaba dirigido por el Coronel José Ignacio San Martín. Al fundar Carrero Blanco el CESID en 1977, tras la fusión del SECED y la segunda sección del Alto Estado Mayor, los dos capitanes pasaron a formar parte de la División de Interior del nuevo centro de inteligencia.
Al contrario de lo que pensaba el ingenuo de Sahagún, la operación siguió su curso, solo faltaba quien iba a hacer de De Gaulle. El General Alfonso Armada Comyn es el escogido por sus características y talante moderado. Es monárquico por convicción y por raíz familiar. Su padre, Luis Armada y de los Ríos-Enríquez, y su suegro, Pedro Diez de Rivera y Figueroa, formaron parte del pelotón del rey Alfonso XIII. Su suegro fue secretario de Alfonso XIII muchos años y su padre fue profesor de don Juan. Alfonso Armada fue ahijado de bautismo de la reina María Cristina. Ha estado junto a don Juan Carlos durante veintitrés años. Primero como preceptor del príncipe, después como Secretario General de la Casa del Rey. En esa primavera de 1980 mantiene con el monarca una fluida relación de absoluta confianza, pudiendo entrar y salir de la Zarzuela
libremente, sin necesidad de tener fijada audiencia previa. Su
monarquismo militante no le impidió mantener una probada lealtad y
fidelidad a Franco, lo que a los ojos de sus iguales en la
milicia, que en su gran mayoría sienten una similar devoción franquista,
lo hace completamente fiable. Está desarrollando una carrera militar
muy brillante y, durante los años que ha estado junto al monarca, ha
tenido la oportunidad de estrechar profundos lazos de amistad con muchos
políticos de la UCD y del entorno de Fraga.
Para convencer a Armada, los responsables del CESID
hablan directamente con él. Se conocen y tratan con naturalidad. Y le
envían mensajeros y amigos suyos de toda confianza. Civiles y militares a
quienes ni siquiera es necesario convencer de la gravedad de la
situación. Todos son conscientes de la misma. Aunque no todos sepan que
pueden estar siendo inducidos. Por el despacho de Armada en Lérida, su casa de Madrid y el histórico pazo de Santa Cruz de Rivadulla
peregrinan decenas de personas con máximas de que hay que hacer algo si
se quiere poner remedio al caos imperante. Uno de los más asiduos
visitantes es Antonio Cortina, hermano del Comandante José Luis Cortina, viejo amigo del General Armada desde la época en la que trabajaba en el Ayuntamiento de Madrid. Antonio es una cuña del CESID a través de la empresa Aseprosa,
que dirige. Tanto es así, que casi todo el personal técnico en la
compañía de seguridad son agentes de la casa. En su mayoría, de la Guardia Civil.
Una facilidad añadida cuando se trata de hacer barridos, anular
pinchazos, eliminar controles indeseados o dejar las antenas oportunas,
según interese, en las sedes de partidos políticos, despachos de grandes
empresarios y financieros. Sin forzar nada. Con toda limpieza. Aseprosa se encarga de la seguridad de Alianza Popular y de numerosos grupos empresariales y entidades financieras.
El CESID sin Director.
En Mayo de 1980, cesa el Director General del CESID, el General Mariñas
y no es sustituido por ningún otro mando, dejando al servicio secreto
sin dirección para que se queden al frente dos hombres de confianza de Gutierrez Mellado, que son Javier Calderón y José Luis Cortina, hasta después del Golpe de Estado, cuando es nombrado Emilio Alonso Manglano. Con Calderón al mando, Cortina
es nombrado responsable de todo lo relacionado con el area de
involución, quedando así completamente cortocircuitado este
departamento, ya que toda la información obtenida debería pasar por sus
manos. Cortina y Calderón se reunían para decidir que información pasar al Área de Involución del CESID, de esta manera, nunca les llegaría una información relevante.
Crecen los pensamientos golpistas en el
ejército y la extrema derecha, y el gobierno se encamina hacia una
profunda crisis cada vez más inaguantable. En mayo de 1980, a Felipe González no le interesa replicar al discurso de Suárez
y anuncia una moción de censura, aunque sabe de antemano que su
iniciativa no va a triunfar. Su objetivo es desgastar el suarismo. Que
el presidente se hunda, deje de ser fiable para las familias centristas y
caiga en el descrédito en las instituciones del Estado, círculos
tácticos y a los ojos del monarca. Aunque con este último no hacía
mucha falta, ya que las relaciones entre ambos se basaban en ese momento
en el escepticismo, la desconfianza y el distanciamiento. Aquella
química de identidad, sinergia de fusión, complicidad en la gestión y
sintonía en un objetivo común, se ha desvanecido, recordemos que Suarez llegó a la presidencia de la mano del rey. Por este y otros motivos, Suárez presentaría más tarde su dimisión
Antecedentes. Los americanos.
El verano de 1980 Suárez pierde el favor del rey. Para entender bien la dimisión de Suárez y el 23-F, es necesario conocer la importancia de la situación geoestratégica del momento y el futuro cambio de política de EEUU. España era un punto estratégico muy importante para los EEUU,
ya que disfrutaba, como hemos visto otras veces, de las bases españolas
desde 1953. La importancia de mantener sus bases en el sur de Europa era vital en los 80, entre otras cosas para colaborar con Israel. Por otra parte, la posible entrada de Reagan da un giro radical a la política exterior de los EEUU. La coexistencia entre americanos y soviéticos durante la administración Carter,
iba a terminar para dejar paso a una política firme que defendiera los
intereses norteamericanos allí donde se encontraran amenazados. En mayo
del año 1980, llegan desde EEUU cables de que Suarez no va a seguir. Para los americanos, Suárez iba a ser un obstáculo importante con la inminente llegada de Reagan a la presidencia con sus nuevos objetivos estratégicos como el escudo antimisiles y políticas anticomunistas. Suárez se creyó podría cambiar el papel de España y comenzó a realizar acciones non gratas para los americanos. Fue por ejemplo a la Cumbre de Países no Alineados en Cuba, reuniéndose con Castro, también realizó declaraciones hablando bien de Gadaffi, dos de los supervillanos enemigos de EEUU. Suarez tampoco estaba por la labor de entrar en la OTAN, otro punto que molestaba, también le llamaron tercermundista por las ayudas a Guinea Ecuatorial.
Comenzaron las presiones desde Washington, el rey se pone nervioso, sabe que Suárez está vinculado desde un principio a su figura y su declive puede arrastrarle en su caída. Para evitarlo es necesario distanciarse cuanto antes del Presidente y provocar su caída, operación en la que todo el mundo está de acuerdo, comienzan en Madrid las acciones psicológicas realizadas sobre Suárez por los oficiales del CESID. Le hacen creer que por su culpa caerá el rey y por consiguiente la democracia, este fue otro motivo de Suárez para dimitir.
Operación Armada.
Durante ese verano, Sabino Fernández recibe en Zarzuela un informe reservado remitido por Armada para que se lo haga llegar al rey. En cuatro folios se desarrolla lo que posteriormente se conocerá como “Operación De Gaulle”, “Operación Armada”, “Gobierno de gestión”, “Gobierno de concentración” o “Gobierno de salvación nacional”. Según Armada,
el estudio, bastante bien hecho, se debe a un famoso
constitucionalista, cuyo nombre no revela, porque, en realidad, la mano
maestra que está al final es la del CESID. Siempre detrás y tapado. Sabino
le contesta que es muy interesante, le ha gustado mucho, piensa cambiar
algunos detalles y presentárselo a su majestad como si fuera iniciativa
suya. El escrito muestra un estado muy negativo de la situación con
tintes catastróficos. Mientras Suárez continúe o se mantenga en
el poder no habrá solución alguna para salir del caos y nada se podrá
hacer. Por el contrario, el panorama empeorará y se degradará aún más. A
continuación explica la razón por la que la moción de censura de mayo
pasado del PSOE había fracasado, y como sirvió para desgastar más a Suárez y a UCD,
creando en su propio seno enfrentamientos. El documento expone que es
perfectamente constitucional, de acuerdo con el artículo 113 de la Carta Magna, cambiar de Presidente de Gobierno mediante la presentación de una nueva moción de censura que sería apoyada por el PSOE, varios sectores de UCD y Coalición Democrática. La UCD está bajo mínimos cociéndose en su propio enfrentamiento, y el Ejército, cada vez más crispado con Suárez y el estado de caos. El propósito es presentar una nueva moción de censura en la que no se propondrá como candidato a Felipe González, como estaba previsto, sino a una personalidad independiente que formará un gobierno de concentración
y de unidad en el que participarán varios partidos. La personalidad
independiente puede ser un catedrático, un historiador o bien un
militar, un general de reconocido prestigio, bien aceptado por las Fuerzas Armadas y en una buena relación de confianza con el rey. Al llegar al rey dicho estudio contestó: “A mi dádmelo hecho”
Poco tiempo después se desecha la idea de la segunda moción de censura. Lo más adecuado será forzar la dimisión de Suárez mediante una presión desde todos los poderes fácticos. Interiormente, en la Casa no hay día en que Cortina, el más firme ejecutor del plan, no inflame el patriotismo y afán de servicio de los más de doscientos agentes que tiene en la AOME, ensalzando las privilegiadas virtudes por las que está tocado el General Alfonso Armada Comyn, el hombre escogido para solventar la gravísima crisis que atraviesa España.
Sus discursos enfervorizan el alma de los espías, que, que muy
motivados esperan el inicio de la operación. Exteriormente, organiza un
staff reducido y selecto, entre quienes se encuentra su hermano Antonio;
a lo largo de los próximos meses mantendrá numerosas reuniones,
reservadas y secretas muchas de ellas, con altos responsables de los
partidos parlamentarios UCD, PSOE, CD y PCE, con el mundo empresarial, financiero, eclesiástico y diplomático, a quienes convencerá para que apoyen la salida de un Gobierno de Salvación Nacional presidido por un general como la única o la mejor de las posibles; llegará a dejarse oír en la Zarzuela, donde su majestad lo trata con toda confianza reiterándole que hay que darle hecha la solución, recordemos que el rey y Cortina pertenecen a la XIV promoción de la Academia General Militar.
Manipulación informativa.
Se llenarán columnas, editoriales y
titulares, aun salvando los diferentes campos ideológicos de cada medio,
utilizando conceptos como Operación De Gaulle”, “Operación Armada”, “Gobierno de gestión”, “Gobierno de concentración” o “Gobierno de salvación nacional”. Prestigiados columnistas, periodistas y escritores se alimentarán informativamente de fuentes militares manejadas desde el CESID. A veces conociendo su origen, otras de forma inadvertida. Así, en El Alcázar, Cortina utiliza el filtro de Gregorio Puente, Director Comercial, al que conoce desde el campamento del Frente de Juventudes. Producto de la campaña a favor de la solución Armada, se publica en agosto en El Heraldo Español un largo artículo con el título “Se busca un general”. El trabajo está bien aleccionado con las consignas Cortina–Cesid. Se busca un hombre y no un nombre. La actual etapa de la política española ha llegado a “una situación límite”. “Suárez está muerto biopolíticamente”, entre otras frases.
Miláns del Bosch pide audiencia con el Rey.
El General de División Jaime Milans del Bosch, Jefe de la División Acorazada Brunete, el arma más poderosa del Ejército español tiene una audiencia de más de una hora de duración. Milans transmite al Rey su enorme preocupación por el grave deterioro de la situación nacional. El Gobierno lleva a la quiebra a España. Arremete contra el peligro nacionalista, las autonomías y la debilidad de Suárez
para contener la inflación y el paro. La falta de autoridad y la
debilidad gubernamentales en asuntos como el terrorismo es pavorosa. El
panorama que le presenta es deprimente, pero le asegura que el Ejército, y él en primer lugar, siempre estará dispuesto a las órdenes de su majestad para garantizar la unidad de España y la Corona. El Rey
le dice en tono enérgico que él también está muy preocupado. Critica
duramente al presidente Suárez, que ya no escucha a nadie, y se ha
distanciado encerrándose en Moncloa sin querer presentar la dimisión.
El Rey visita el CESID.
Durante los primeros días de otoño, el rey visita la sede operativa del CESID. José Luis Cortina recoge a su majestad y se traslada con él en uno de los coches camuflados del servicio de inteligencia a París, nombre en clave de lasede de la Plana Mayor de la AOME. Cortina conoce a Don Juan Carlos desde los tiempos de la Academia de Zaragoza y tiene ganada su confianza y sus confidencias. Cortina convence al Rey para que se oculte y no sea reconocido en el control de entrada. Don Juan Carlos se agacha y mete la cabeza entre las piernas de uno de los guardias civiles con espíritu aventurero. A Cortina
le parece gracioso y se ríe complice con los guardias por el
retrovisor. Al fin y al cabo se encuentra en el núcleo del mundo secreto
de los espías. Y él está allí de incógnito. Al salir del coche
apremiado para no ser visto, gana precipitadamente la puerta, tropieza
con el escalón de la entrada al estilo Botswana y está a punto de caerse. En los zapatos del rey, de finísima piel de Sebago, surgen manchas blancas de ácido, características de un fuerte sudor. En el interior, Cortina le explica la estructura y funcionamiento de la Casa. Y le pone en antecedentes del apremiante malestar militar con amenazas de Golpe de Estado. Habla de reuniones de generales, de coroneles juramentados, de otras iniciativas incontroladas del estilo Tejero,
que hacen imprescindible la puesta en marcha de una operación que
neutralice y reconduzca la situación. El término reconducir, que después
circulará de forma habitual en los medios, es de su cosecha. Le dibuja
un panorama deliberadamente exagerado muy grave, dejando en el ánimo del
monarca una seria inquietud. Cortina reitera que el plan de acción del CESID es viable y ajustado a la Constitución. El comodín es el general Armada. Los partidos políticos lo han aceptado, aunque se corren riesgos que habrá que salvar sobre la marcha. Don Juan Carlos,
consciente de que varios de sus antepasados han sido descabalgados y
coronados en el último siglo y medio vía golpes y pronunciamientos,
insiste en que le den resuelta la solución. Como es habitual, esta
visita es grabada y fotografiada. Tras el fracaso del 23-F, todas las pruebas desaparecerán.
Todos aceptan a Armada.
La dirección socialista aprueba que Enrique Múgica se entreviste con el General Armada a fin de calibrar su definitivo compromiso. En un principio, Felipe González había pensado ser él mismo el interlocutor pero posteriormente lo desechó. El 22 de octubre de 1980, Enrique Múgica almuerza en Lérida con Armada. El encuentro se hará en casa de Siurana, aunque ha fue José Luis Cortina, siempre al corriente de todo, quien se encargó de arreglar la entrevista. En la mesa se sientan Enrique Múgica, diputado por Guipúzcoa, secretario para las relaciones externas del PSOE y Vicepresidente de la Comisión de Defensa del Congreso y el número tres del partido. Joan Reventós, secretario de los socialistas catalanes, Antoni Siurana, alcalde socialista, y Alfonso Armada.
La conversación gira sobre el grave momento político y la actitud del
Ejército. Hablan de salvar la situación mediante la formación de un gobierno de concentración presidido por un general, tras desbancar a Suárez por medio de una moción de censura o logrando que su partido lo eche o que el rey consiga que dimita. El PSOE está bien dispuesto a ello y acepta que el elegido sea el General Armada. A Múgica, el contacto con Armada le costó unos años de travesía del desierto. Antes del juicio de Campamento
estuvo entrenándose con un equipo de juristas para salir lo más airoso
posible de su declaración como testigo. Por su parte, con el paso del
tiempo, lo máximo que el General Armada ha llegado a reconocer es que los socialistas fueron a examinarlo. En diciembre tendrá también una reunión con Múgica en su histórico pazo de Santa Cruz de Rivadulla, donde el general Armada se mostrará seguro de la viabilidad de su propuesta de gobierno la noche del 23-F. A Sabino Fernández Campo le llegará a decir: “Los socialistas me votan”, con el fin de conseguir la aprobación de Zarzuela, para trasladarse al Congreso y proponerse como Presidente.
Para que se llevara a cabo esta operación
era necesario haber mantenido anteriormente contactos con los
diferentes partidos por parte del CESID. Se hizo necesaria la figura de un De Gaulle y Cortina y Calderón fueron poco a poco fueron proponiendo/imponiendo a Armada,
con una estrategia de ensalzamiento del militar. Era importante que no
hubiera más candidatos. Estos contactos se realizaron por parte del PSOE, con Luis Solana y Enrique Múgica, los cuales se reunían con Calderón. Por su parte, Manuel Fraga de Alianza Popular y Gabriel Cisneros de UCD, mantenían un contacto semanal por líneas privadas del AOME con Cortina. Estas acciones no eran legales por parte de los Servicios Secretos, ya que dependían del Presidente del Gobierno y estaban en contacto con personalidades que estaban fuera de la cadena de mando. Eso sí, contaban con el beneplácito de Gutierrez Mellado.
Suárez dimite.
Entre el 17 de diciembre de 1980 y el 1 de febrero de 1981, El Alcázar publica las tres entregas de Almendros. Sus artículos suponen una fuerte convulsión en el caos político que vive España.
«Análisis político del momento militar» (17-12-80), «La hora de las
otras instituciones» (22-1-81) y «La decisión del mando supremo»
(1-2-81), son el aviso adelantado de la operación perfectamente
diseñada, que anuncia la inmediata dimisión de Suárez y la
resolución de la gravísima crisis. Los artículos analizan muy
críticamente la aventura improvisada de la transición y el fracaso
gubernamental.
Suárez, el delfín de Torcuato
Fernández Miranda para la transición, decide que va a dimitir de la
presidencia del gobierno. Las razones son muchas, la mala relación con
los militares tras incumplir su promesa de legalizar el PCE, el
distanciamiento del rey, las presiones de la CIA y de EEUU, la retirada
de favor de los bancos, sus propios Ministros le dieron la espalda, los periódicos conspiraban en su contra, la moción de censura que presentó el PSOE, las presiones y “consejos” del CESID…,
pero sobre todo, porque tenía claro que se avecinaba un Golpe de
Estado. El día 29 de enero de 1981 presento su dimisión diciendo: “Mi
marcha es más beneficiosa para España, que mi permanencia en la
presidencia, y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia
sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.” Estaba claro que sabía lo del Golpe
y seguramente dimitió para impedirlo. Lo incomprensible es que no
dijera, quien, donde, cuando y porque. El 25 de febrero de 1981, dos
días despues el Golpe, el rey crea el Ducado de Suárez, un título nobiliario español con Grandeza de España otorgado a Adolfo Suárez González, Presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981, en reconocimiento a su labor durante la transición a la democracia.
Armada segundo JEME.
En el escalafón de mando, Armada no tenía bastantes galones como para ocupar un puesto de Presidente a ojos de muchos, sin embargo a los militares les era indiferente mientras sirviera al Rey. Armada había sido Secretario de la Casa Real, hasta que durante las primeras elecciones envió cartas con el membrete de la Casa Real pidiendo votos a Fraga. Suárez le pidió al Rey que le cesara en funciones y este no tuvo otro remedio. La enemistad entre ambos venía de lejos. Tras su dimisión, Suárez realiza un viaje a las Islas Canarias el 12 de febrero, y el rey llama al Ministro de Defensa, entonces Rodriguez Sahagún, exigiéndole que nombrara a Armada con el cargo de segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército Español. El Ministro le insta a que espere la llegada del Presidente a lo que el monarca le responde que era una cuestión que no podía esperar. Cuando Suárez regresa del viaje y se entera del nombramiento y próxima llegada a Madrid de Armada como segundo JEME, le dijo a Sahagún: “Te había advertido que Armada debía permanecer lejos de Madrid. Me has traicionado. Si hay un Golpe de Estado, tu serás el responsable”. Sanahún rompió a llorar.
Las reuniones de Tejero.
El jueves 19 de febrero, el Teniente Coronel Antonio Tejero, se reúne con el Director de la Agrupación de Operaciones para Misiones Especiales (AOME) del CESID, José Luis Cortina Prieto. El Golpe de Estado en un principio estaba prevista para el día siguiente, pero Cortina le explica que la opción del lunes 23 es mejor que la del viernes 20. Cortina le habla del lunes, porque está garantizado que Calvo-Sotelo
no obtendrá la mayoría absoluta el viernes y tendrá que ir a una
segunda votación, la del lunes 23. Además en fin de semana tendrían meos
efectivos. Y le describe la operación. El camino hasta el Congreso
estará despejado, nadie les impedirá llegar, por lo que podrá entrar
sin ningún problema. Dentro «no se va a encontrar con mucha oposición…
No te extrañe que se levante un diputado que diga: “esto era necesario,
que habíamos dado pie a ello y lo que había que hacer era arreglar esto y
enderezar la nave”. Su misión consiste en tomar el Congreso,
impedir que se resuelva la votación y retener al gobierno y a los
diputados, hasta que dos horas después llegue una autoridad militar con
la consigna “ha llegado el Elefante”, que le relevará. Tejero tiene la certeza de que esa autoridad, militar, por supuesto, es el general Armada. Le insiste hasta cansarlo que la acción debe hacerse sin que nadie resulte herido; la consigna es entrar en nombre de la Corona y la democracia. Cortina le explica que ha hecho gestiones con la CIA y contactos diplomáticos con la Santa Sede y Estados Unidos para que se inhiban y apoyen de inmediato al gobierno que salga. A las cuatro Tejero llama a Valencia y habla con Milans, que le confirma que Cortina es un hombre de garantía de Armada y que por lo tanto si está trabajando para el General puede seguir sus indicaciones. Tejero ve el cielo despejado, es lo que esperaba oír.
La CIA y el Vaticano.
José Luis Cortina a mediados de febrero se entrevista sucesivamente con el responsable de la antena de la CIA en España, Ronald Estes, el embajador norteamericano, Terence Todman, y el nuncio del Vaticano, Monseñor Innocenti.
A todos pone en antecedentes. Les explica que más que un golpe, se
trata de una salida institucional necesaria si no se quiere meter al
país en el laberinto del pasado; la operación, la menos traumática, es
para salvar el sistema, la democracia, reforzar la monarquía y
fortalecer el régimen de libertades. En esa solución participan y están
de acuerdo diversos líderes de los partidos políticos más importantes.
Se formará un gobierno de salvación nacional presidido por un general, que cuenta con el apoyo del Ejército y es un defensor a ultranza de la Corona. Las gestiones darán sus frutos. La mañana del 23-F, el sistema de control aéreo norteamericano, Strategic Air Command, anulará el control de emisiones radioeléctricas español y se mantendrá a la espera de que se resuelvan los sucesos. Terence Todman advierte al Secretario de Estado, Alexander Haig, quien a las primeras horas del 23-F al ser preguntado por el Golpe de Estado dirá famosa frase: “es un asunto interno español”. Las tropas norteamericanas estacionadas en España entran en alerta máxima cuatro días antes del golpe, se establecen unidades de la 6ª Flota frente a las costas de Valencia y el mando estratégico aéreo de EEUU hace colapsar las comunicaciones de mando españolas. Menudo asunto interno. El Golpe, no fue inducido por los EEUU, pero Suárez molestaba.
José Luis Cortina, el viernes 20 concretó al nuncio Monseñor Innocenti y a varios prelados que la operación que les había anunciado se llevaría a cabo el lunes. Ese lunes, la Conferencia Episcopal, reunida en plenario, para designar, entre otras cosas, a su nuevo presidente en sustitución del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, se mantuvo expectante sin decir nada, observando la evolución de los acontecimientos. Al Vaticano llegó también una petición de apoyo al golpe, por lo que todos estaban al corriente.
Comienza el Golpe.
Tras un día bastante ajetreado, militarmente hablando, por toda la península, el Capitán Iglesias informa a Cortina minutos antes de las seis, que Tejero ya ha salido hacia el Congreso con varios autocares. Miembros del SEA (Sección Especial de Agentes),
van por delante en pequeños turismos comunicándose con los autobuses
por radioteléfonos de baja frecuencia proporcionados por los Servicios Secretos, para evitar el colapso de las comunicaciones provocado por la CIA. Tejero lleva también un radioteléfono. El escuadrón que viene de Valdemoro al mando de Muñecas se detiene en la plaza de la Beata María Ana de Jesús, donde los cabos Monge y Moya lo están esperando. Monge le dice a Muñecas que lo sigan y le da un radioteléfono. El coche del CESID conducido por Monge guía a los autocares de Muñecas, pero no consigue enlazar con la columna de Tejero según lo acordado y llega unos minutos tarde. Son las 18.15 horas cuando Tejero desciende del autobús ante la entrada principal del Congreso. El Teniente del Gossi (Grupo Operativo de los Servicios Secretos de Información) y el Sargento responsable de la seguridad exterior están delante de la puerta de la verja que da acceso al patio de los dos edificios. Tejero abre la marcha y lo ven venir hacia ellos con la pistola desenfundada. El Sargento de la Policía Nacional lo reconoce y exclama: “¡Anda, pero si es Tejero!” El Teniente lo mira de reojo y vigila si hace algo. Pero no se mueve. Cuando Tejero pasa ante ellos, el suboficial se cuadra, saluda militarmente y dice: «A sus órdenes, mi teniente coronel; sin novedad en el Congreso.» Tejero entra fácilmente.
Una vez dentro, camina hacia el hemiciclo, y cuando llega al pasillo grita: “¡En nombre del Rey y del Capitán General Milans del Bosch: Quieto todo el mundo!, ¡Al suelo!”, y realiza dos disparos al aire, mejor dicho, al techo. Los guardias civiles del Gossi son los que se encargan de ir desarmando a policías y escoltas en quienes se han fijado anteriormente. Cuando Tejero
entra en el salón de plenos, no todas las caras de los diputados son de
sorpresa. Pistola en mano, sube los escalones de la tribuna de oradores
e interrumpe la votación. El grito de «¡Quieto, todo el mundo!» sirve
de reacción al vicepresidente Gutiérrez Mellado que, como una espoleta, sale de su asiento y exige a Tejero
que le entregue el arma. Él es un teniente general. «Quieto, diputado»,
le responde en el instante que entran más guardias civiles con
metralletas. Mellado es empujado, Tejero grita «¡Al suelo!
¡Al suelo! ¡Todo el mundo al suelo!», seguidos de dos disparos al aire
que se multiplican con varias ráfagas de metralleta al techo. Todos los
diputados, periodistas y público se arrojan al suelo como pueden,
excepto Suárez y Carrillo, que permanecen sentados, y algún otro parlamentario porque no tiene espacio para hacerlo.
Mellado sigue de pie, de espaldas a la presidencia, con los brazos en jarras. Los tiros cesan en el momento en que se oye a Tejero decir: “Quietos, vais a darle a los nuestros.” Tejero intenta derribar a Mellado.
Son imágenes que quedan grabadas por televisión para la historia, que
constituyen un documento bochornoso para quien protagoniza el gesto
agresivo y llenan de dignidad y valentía a Gutiérrez Mellado, o al menos eso es lo que nos quisieron hacer ver. Si recopilamos, Gutierrez Mellado es el que deja a los militares con un palmo de narices tomando junto a Suárez, la decisión de legalizar el PCE sin avisarles, el Vicepresidente para Asuntos de la Defensa dimitió por ello y él ocupó su cargo. Posteriormente acaparó los ministerios del Ejército, Marina y Aire, fusionándolos en un único ministerio de Defensa del cual sería Ministro. Dejó al CESID sin dirección para que dos de sus hombres de confianza, Cortina y Calderón camparan a sus ancha, anularan el Area de involución, crearan un De Gaulle y vigilaran pero dejando hacer a Tejero, fabricando los protagonistas del Golpe. Todo un héroe.
Si la entrada de una fuerza militar en el
Congreso no fue una sorpresa para todos, los tiros y meter bajo sus
escaños a los parlamentarios sin duda que sí lo fue. Con independencia
de cómo se hubiera resuelto el 23-F si el General Armada
hubiese llegado a plantear su solución a los diputados, es
incuestionable que la estética del golpe sufrió un duro revés. Y ello
sin que pueda valorarse objetivamente si la humillación sufrida por la
clase política abrió la determinación de desengancharse en quienes
inicialmente se habían comprometido a apoyar la “Solución Armada”.
En Valencia, desde el mismo momento en que Tejero entraba en el Congreso, la División Acorazada “Maestrazgo” de Miláns del Bosch,
ocupaba la ciudad con 2.000 soldados patrullando sus calles con 50
tanques y otros vehículos blindados. Fue la ciudad española donde la
tensión y el miedo de la población fue mayor, junto a Madrid, con la música militar sonando en emisoras de radio ocupadas por los soldados. Una columna de tanques se dirigió a la Base Aérea de Manises
para obligar a su jefe a secundar la rebelión pero éste se negó y
amenazó con enviar a dos cazas cargados de misiles contra los tanques,
los cuales optaron por desviarse.
Milans hace público un bando ante los acontecimientos y el consiguiente vacío de poder. Hasta que se reciban instrucciones del Rey,
quedan prohibidas las huelgas, las actividades públicas y privadas de
todos los partidos políticos, se establece el toque de queda entre las
nueve de la noche y las siete de la mañana, los cuerpos de seguridad del
Estado pasan a estar bajo la autoridad militar, y el Capitán General Milans
asume el poder judicial, administrativo, autonómico, provincial y
municipal. Todas las emisoras de radio deberán dar lectura del citado
bando cada media hora. Después telefonea a Armada a su despacho. No está, le dicen que se encuentra en el de Gabeiras. Sorpresa para Milans, que piensa que acaso Armada ha puesto al Jefe del Ejército en antecedentes. Pese a que no se trata ni se habla con Gabeiras, marca a través de la red de mando el teléfono directo del JEME. Este se pone y lo saluda cordialmente. Le pregunta qué medidas está tomando y Milans
le dice que hasta que se aclare lo que está pasando ahí y para evitar
desórdenes y alteraciones de orden público ha dictado un bando y tomado
una serie de medidas. Gabeiras no sólo no le pone pega alguna sino que le ”parece perfecto”. Milans pregunta por Armada, le dice que lo tiene a su lado, pero no habla con él. Le manda un abrazo y se despiden.
El impacto del asalto y los tiros en el Congreso siembra el desconcierto en la Zarzuela, aunque el Rey, se dispone a jugar un partido de squash con su amigo Ignacio Caro Aznar.
La alarma y la confusión se incrementan en el despacho de ayudantes y
en la oficina de seguridad que comentan que “eso no es lo que estaba
previsto”. La familia real está al completo: el rey, la reina y sus
hijos. El príncipe y las infantas se han pasado casi todo el día jugando
porque hoy no han ido al colegio. Con ellos están la infanta Pilar, la infanta Margarita, el Marqués de Mondéjar, el Jefe de la Casa del Rey,
entre otros. A medida que vaya avanzando la tarde y la noche, irán
llegando otras personalidades y amigos del círculo más íntimo y privado
de sus majestades.
Las cosas se complican.
Sabino preocupado por la situación, decide subir a su despacho para llamar al General Juste, al frente de la División Acorazada. Su sorpresa es que está al teléfono preguntando por él. Sabino le saluda y Juste le pregunta si Armada está en Zarzuela, a lo que responde Sabino la famosa cita: “Ni está ni se le espera”, Juste le contesta: “Eso cambia las cosas”. Sabino empieza a comprender que Armada está involucrado en el Golpe y decide ir a comunicarle al Rey sus pesquisas. Cuando llega al despacho del Rey, estaba hablando por teléfono con Armada, lo ha llamado directamente al despacho del JEME. Armada
le estaba diciendo que debía ir “cuanto antes a palacio para explicar
cómo están las cosas y tomar juntos las decisiones oportunas. Si no se
actúa rápidamente hay riesgo de que se produzca una división en las Fuerzas Armadas. Sería gravísimo y hay que evitarlo por encima de todo.” El Rey asiente al tiempo que Sabino le hace ostensibles gestos negativos con el dedo índice de la mano derecha. El Rey interrumpe su conversación con Armada: “Alfonso, espera un poco que te paso a Sabino”. Este toma el auricular y le dice que les informe desde ahí, que no vaya a Zarzuela.
El hecho de que Armada no fuese a Zarzuela dificultaría que la operación se desarrollase tal y como había sido diseñada por Calderón y Cortina. Armada no quiere descubrirse. Desde la Zarzuela, su papel hubiera ido sobre ruedas y a las dos horas, con la Acorazada desplegada por Madrid y el resto de Capitanías sumadas al bando de Milans, se habría desplazado al Congreso con el mandato del Rey de hacer su propuesta de gobierno de concentración y así resolver la situación. Su papel para la historia debería quedar como el que ha solucionado tan grave momento y ha salvado a la Corona, la democracia y el sistema. Por ello entiende ahora que no debe forzar más las cosas, sino esperar a que los demás lo reclamen.
La situación, de tensa espera, se mantiene con varias Capitanías dispuestas a secundar a Milans y todas sin excepción a las órdenes del Rey, sin fisuras. Armada usará constantemente como argumento-fuerza el riesgo de división en las Fuerzas Armadas. Harto de esperar, Armada llama a su jefe Gabeiras, el JEME, para informarle que Milans le ha planteado que vaya a las Cortes y se proponga como Presidente en un nuevo gobierno de concentración. Varios capitanes generales apoyan la idea, así como los generales que tiene a su lado en el Cuartel General Gabeiras, el cual le responde que quizás esa sería la solución. Mientras Gabeiras va a reunirse con Armada para tratar el asunto, la mayoría los Capitanes Generales, han decidido que vía libre a que este sea el Presidente. La discusión en el Estado Mayor gira sobre si lo que pretende el segundo JEME
puede ser constitucional o no. Varios hacen sus planteamientos. La
mayoría transige con que sí puede estar dentro de la Constitución.
Algunos tienen cierta reserva. Armada pide un ejemplar de la Carta Magna para explicar que su ofrecimiento sí está dentro de la legalidad. También está convencido de que satisface las peticiones de Tejero
y si los diputados votan la formación de ese gobierno con miembros de
todos los partidos, de lo que está firmemente seguro, el grave problema
del asalto del Congreso queda resuelto. Sin víctimas. Para facilitar las cosas habrá un avión para que Tejero y sus Capitanes desaparecieran un tiempo. Gabeiras se encierra a solas en su despacho con Armada. Con todo hecho y decidido, queda plantear el asunto al Rey. Armada llama a Juan Carlos y le explica el plan, el cual le vuelve a remitir a Sabino. Este le recomienda que no vaya al Congreso, pero si lo hace que no utilice el nombre del Rey.
Armada, cargado de valor y como un héroe, decide ir al Congreso. El JEME quiere acompañarlo pero ve frustrado su deseo ya que Ibáñez dice que Tejero solo recibirá a Armada. Habla con Aramburu en el puesto de mando que ha improvisado en el Palace y le anuncia que Armada va autorizado a negociar con Tejero y a proponer a los diputados un gobierno. Aramburu se alegra, “si viene Alfonso se arregla todo”. Armada se dispone a ir hacia el Congreso, antes de salir de la oficina del JEME, este le dice cuadrándose: “A sus órdenes señor Presidente”. Antes de entrar en el Congreso, se dirigió al Hotel Palace donde se funde en un fuerte abrazo con su amigo Aramburu. José Antonio Sáenz de Santamaría también afincado en el Palace, lo saluda efusivamente. El rumor general que se extiende en el hotel y sus alrededores, cuajados de periodistas, es que el General Alfonso Armada llega para dar una solución al asunto. Estamos ya al filo de la medianoche.
Entra Armada en el Congreso y le susurra la contraseña a Tejero. Es válida. En el interior del Congreso, la doctora Carmen Echave,
que ya se movía libremente hacía unas horas por todo el Congreso, se
cruza con ellos y le pide una lista de medicamentos a Armada, el cual
revisa, vuelve al Palace y a los quince minutos ya había una
ambulancia en la puerta con el pedido completo. Mientras tanto la
doctora lleva la noticia a varios diputados. Al regresar Armada se vuelven a saludar y se dirigen a una habitación a solas.
Tejero y Armada ya llevan unos minutos reunidos en una pequeña habitación acristalada situada a la entrada del edificio nuevo. Armada se disculpa porque las cosas no han ido lo bien que hubiera querido, como estaban previstas y le dice: “ahora, Tejero,
tiene usted que restituir a los diputados en sus puestos y retirar a la
fuerza, porque voy a entrar a hablar con los parlamentarios a
proponerles la formación de un gobierno presidido por mí”. Tejero le ha preguntado qué cartera es la del General Milans, y al decirle que no formará parte del gobierno Tejero entra en cólera. La puerta está cerrada, pero a través de los cristales los capitanes Bobis, Acera, Abad, Muñecas
y algún otro observan expectantes y preocupados que los gestos suben de
tono. Esa no es una conversación suave y mucho menos dulce. Armada le está explicando que la única solución es formar un gobierno de concentración
en el que participarán casi todos los partidos políticos. No hay otra
opción viable. Y que además él y sus oficiales deben abandonar España, irse a Portugal, donde ya se han hecho gestiones, hasta que todo esto se haya calmado. Tejero
abre la puerta y dice a los que están atónitos contemplando la escena:
“Nos ofrece un avión y al extranjero.” Y cierra la puerta.
Cuando pregunta por quiénes forman ese gobierno, su rostro se transforma. Armada le va desgranando algún nombre, hasta que no tiene más remedio que mostrarle la lista completa. Cuando Tejero
lee los nombres estalla de furia. Él no ha entrado ahí para eso. Jamás
hubiera admitido esa solución. Él es partidario de la formación de una
junta militar que le gustaría fuese presidida por el General Milans del Bosch. Armada le replica que quién ha hablado de un gobierno militar, quién. Los dos se calientan más. Armada
intenta hacerle comprender que, si no se acepta eso, el esfuerzo
realizado no habrá valido para nada, será un fracaso y las consecuencias
peores para España en general y para ellos en lo personal. Tejero
no escucha, se siente engañado porque, de haber sabido que la cosa era
para un gobierno con socialistas y comunistas, no habría querido saber
nada. Pero ahora, cogido entre lo más profundo de sus convicciones,
radicalmente enfrentadas a socialistas y comunistas, no puede brindarles
su trabajo. Antes prefiere la muerte. Luego de cruzarse unos cuantos
insultos, Armada apela al sentido de la disciplina militar de Tejero.
Último recurso. Él es un soldado que ha recibido una orden de un
superior jerárquico. La ha aceptado y ejecutado. En la vida militar si
hay algo sagrado es que no se pueden cuestionar las órdenes, su
naturaleza, ni someter a cuestión sus consecuencias. Le guste o no, sea
de su agrado o no, debe obedecer. Tejero le dice que él está ahí por el General Milans del Bosch, que es al único que reconoce y admite como jefe. No está a las órdenes de nadie más. Armada propone entonces que llame a Valencia y hable con Milans.
La conversación con el Capitán General de Valencia se sucede entre una gran tensión. Armada explica a Milans que Tejero se niega a permitirle dirigirse a los diputados. Armada sí que ha puesto en antecedentes a Milans. Por encima de todo, le pide que haga entrar en razón a Tejero,
que está muy ofuscado, “a mí no quiere obedecerme, porque dice que su
único jefe eres tú”. Si no lo convence, el fracaso y todo lo demás está a
la vista. Milans intenta en tono suave que Tejero se
serene, que vea el fondo del asunto y acepte lo que se ofrece. De lo que
se trata, le dice, es salir por encima de todo del impasse en el que están anclados. Y lo que le está planteando el General Armada
es factible. Hay un avión a disposición que va a sacar a la gente
fuera, que quedará exenta de responsabilidad, luego, pasado un tiempo,
sé podrá volver sin problemas. A Tejero eso le da lo mismo. El no
ha entrado ahí para que de ello salga un gobierno con socialistas y
comunistas. Lo que él quiere y desea es un gobierno militar presidido
por Milans. Al decirle esto, Milans queda perplejo ya que nunca se ha hablado de asuntos políticos y Tejero lo sabe bien, siempre se dijo que la acción era para apoyar la “Solución Armada”, y en eso es en lo que están. Lo demás era una cuestión del General Armada y de su majestad, a quienes ellos dejaban que buscasen la fórmula que quisieran. Y concluye Milans: “Por todo ello, le ordeno. Tejero, que haga caso de lo que le está diciendo el General Armada y acepte la solución que le ha propuesto.” Tejero le contesta: ”No me puede ordenar ni pedir eso, mi general; antes que aceptar una cosa así prefiero morir”.
La conversación concluye como el rosario de la aurora. Armada y Tejero se insultan un poco más. Enrabietado al máximo, le dice a Armada que no intente hacer nada con sus guardias, sólo le obedecerán a él, ni tampoco intente entrar con fuerza en el Congreso, pues está dispuesto a convertir eso en una matanza. Armada se derrotado ante la intransigencia de Tejero, pregunta antes de abandonar el lugar con gravedad, si puede darle su palabra de que nada les va a ocurrir a los diputados. Tejero
le contesta: “¡Por Dios! Por quién me toma usted, mi general. Sobre eso
márchese tranquilo que nada malo les pasará. Pero usted no vuelva más
por aquí.” Armada se despide asegurándole que volverá. Y al
salir, uno de los guardias civiles pregunta a su jefe si le pega un tiro
al general. “No, no, por favor”, responde Tejero.
La lista del gobierno que el General Armada pretendía proponer en el hemiciclo al pleno del Congreso la tuvieron varias fuentes. Una fue Francisco Laína, nombrado Director General de Seguridad
en un gabinete de emergencia esa noche de crisis, que conoció la lista
por los pinchazos telefónicos, él mismo destruyó las cintas esa noche
deliberadamente. Recordemos que Laína quería entrar al Congreso con los GEOS, idea que todos desestimaron. Por supuesto el CESID
también tenía esa información ya que colaboró en la creación de la
lista, que para nada podemos pensar que se redactó en unas horas, sino
que estaba bien meditada y seguramente consensuada. Otra fuente y quizás
la más relevante es la de la doctora Carmen Echave, quien parapetada al lado de la oficina donde se encontraban Tejero y Armada, fue apuntando los nombres en una libreta.
El gobierno de los 19 que el General Armada pretendía proponer en el hemiciclo al pleno del Congreso allí retenido es el siguiente:
1. Presidente: Alfonso Armada Comyn (General de División).
2. Vicepresidente Político: Felipe González Márquez (Secretario General del PSOE).
3. Vicepresidente Económico: José Mª López de Letona (ex Gobernador del Banco de España).
4. Ministro de Asuntos Exteriores: José Mª de Areilza (Diputado de Coalición Democrática).
5. Ministro de Defensa: Manuel Fraga Iribarne (Presidente de Alianza Popular).
6. Ministro de Justicia: Gregorio Peces-Barba (Diputado del PSOE).
7. Ministro de Hacienda: Pío Cabanillas Galla (Ministro de Suárez, Diputado de la UCD),
8. Ministro de Interior: Manuel Saavedra Palmeiro (General de División).
9. Ministro de Obras Públicas: José Luis Álvarez (Ministro de Suárez y Diputado de UCD).
10. Ministro de Educación y Ciencia: Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (Diputado de UCD).
11. Ministro de Trabajo: Jordi Solé Tura (Diputado del PCE).
12. Ministro de Industria: Agustín Rodríguez Sahagún (Ministro de Suárez, Diputado de UCD).
13. Ministro de Comercio: Carlos Ferrer Salat (Presidente de la Patronal CEOE).
14. Ministro de Cultura: Antonio Garrigues Walker (empresario).
15. Ministro de Economía: Ramón Tamames (Diputado del PCE).
16. Ministro de Transportes y Comunicaciones: Javier Solana (Diputado del PSOE).
17. Ministro de Autonomías y Regiones: José Antonio Sáenz de Santamaría (Teniente General).
18. Ministro de Sanidad: Enrique Múgica Herzog (Diputado del PSOE).
19. Ministro de Información: Luis María Ansón (periodista, Presidente de la Agencia EFE).
A los cinco minutos de llegar Armada al Palace con las últimas noticias, se emite el comunicado del rey por TVE,
tranquilizando a la población. Estaba escrito, grabado y preparado,
esperando por si fracasaba el Golpe. Sobre la una de la madrugada, pocos
minutos antes de emitirse el mensaje real por televisión, Milans recibe una llamada de don Juan Carlos. Es la primera que su majestad hace a la Capitanía valenciana y al Teniente General Milans del Bosch. El rey le pregunta cómo están las cosas y si tiene tropas en la calle. Milans
responde que todo está muy tranquilo y que ha sacado unas unidades para
garantizar el orden a la espera de recibir instrucciones de su
majestad. Entonces el rey se las da, le manda que retire las
tropas, a lo que el capitán general contesta que de inmediato dará orden
de que regresen a sus cuarteles. Se saludan afectuosamente. Esta
primera comunicación se reforzó con un télex en el que el rey insta a Milans a que cumpla el mandato que le ha dado. “Te ordeno que retires todas las unidades que hayas movido y que digas a Tejero que deponga inmediatamente su actitud. Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás.” El rey afirma su rotunda decisión de mantener el orden constitucional y que no abdicará la Corona ni abandonará España.
La segunda llamada a Milans, el rey la hace sobre la una y media de la madrugada del 24. Don Juan Carlos quiere tener la certeza de que ha recibido el télex y está cumpliendo la orden dada. Milans
le ratifica que las órdenes han sido cursadas y las tropas están
regresando a sus cuarteles. «Estoy a las órdenes de Vuestra Majestad. Mi
lealtad hasta el final, señor», le dice. Y se despiden con un fuerte
abrazo. El golpe de Tejero está muerto. El paraguas de Milans le ha durado treinta minutos. Su pretensión de que vaya a Madrid a ponerse al frente, la frena Ibáñez. Milans está acatando las órdenes recibidas de su majestad y él debe ponerse en contacto con el General Armada, que es la única solución factible. Tejero está absolutamente solo. El rey llama sobre las cuatro de la mañana, por tercera y última vez, a Milans. Le pide que ordene a Tejero que deponga su actitud. Milans responde que ya lo intentó antes cuando le pidió que aceptase lo que Armada le estaba proponiendo y no le hizo caso.
Finalmente, Miláns del Bosh se rindió a la evidencia de que el Golpe había fracasado y se entregó a las seis treinta horas. Tejero
comenzó a pactar su rendición a las nueve de la mañana solicitando que
no se culpara de lo sucedido a los suboficiales y tropa de la Guardia Civil ya que en todo momento habían seguido de manera estricta órdenes pero sin que ello significara que fueran golpistas. Tejero
eximía de responsabilidad a sus hombres, excepto a los oficiales, los
cuales, como hemos indicado anteriormente, sí participaron activamente
en el Golpe de Estado. Del resto, se ha especulado mucho sobre si
verdaderamente sabían donde iban. Según la declaración de alguno de los
oficiales implicados, se enteraron en el trayecto hacia el Congreso
e incluso los propios guardias o la mayoría de ellos, pensaban que iban
a desactivar un artefacto explosivo que habían puesto en el hemiciclo
lo que pudiera explicar el por qué nada más entrar en el mismo se
dedican a mirar entre las filas de asientos como si buscaran algo.
Armada quiso mostrarse el día 24 como que era quién había salvado a España de una segunda guerra civil en el mismo siglo, ya que fue él quién negoció “El pacto del capó” y convenció a Tejero
de que desisiera de su aventura sin sentido. Pero enseguida se
descubrió que estaba metido hasta arriba y que era uno de los
inspiradores del Golpe. De aspirante a Presidente del nuevo Gobierno de Salvación Nacional al estilo de la Francia del General De Gaulle, a la cárcel.
El juicio y las condenas.
Como cuenta Patricia Sverlo en su libro “Un rey golpe a golpe” en el capítulo 12 dedicado exclusivamente al Golpe de Estado, la inmensa mayoría de los casi 300 guardias civiles y más de 100 soldados que ocuparon el Parlamento
nunca fueron juzgados. En total, sólo fueron encarcelados y procesados
32 militares y un civil, 33 en total, y ni siquiera todos resultaron
condenados después. El juicio empezó en febrero de 1982, en un antiguo
almacén de papel del Servicio Geográfico del Ejército, habilitado para la ocasión, en la zona militar madrileña de Campamento. Sabino y varios funcionarios e instituciones se esforzaron mucho para intentar dejar a Juan Carlos al
margen del procedimiento judicial. Los abogados defensores mantuvieron
la tesis de que los militares insurrectos habían actuado “por obediencia
debida” al rey. Y pretendieron que Juan Carlos prestara
declaración como testigo, como mínimo por escrito, teniendo en cuenta el
protagonismo que había tenido la noche y la madrugada del Golpe de Estado. Pero no hubo manera. En lugar suyo, declaró Sabino. De todos modos, el rey acabó saliendo como implicado en las declaraciones de la mayor parte de los encausados. No en la de Armada, que se comprometió en un pacto de silencio que no pudo romper nadie. Los otros coincideron en el hecho de que el rey
estaba enterado de todo y que participó en el plan de actuación.
Aquellos meses tuvieron que ser amargos para el monarca, aunque una
multitud enfervorizada de columnistas y políticos intentaron paliarlo en
la medida de sus posibilidades, con una sólida campaña en defensa de la
Corona. La Junta de Andalucía llegó a hacer una declaración oficial de adhesión al rey el marzo de 1982 durante el juicio.
De los 33 encausados, 11 resultaban absueltos, a Armada sólo le caían 6 años y, aunque a Milans y a Tejero se les aplicaba la pena máxima (30 años), el mismo Tribunal Militar anunciaba que solicitaría el indulto al Gobierno. El entonces presidente, Calvo Sotelo,
expresó su disconformidad y anunció la intención gubernamental de
recurrir en contra de la sentencia. Con esto, la causa pasó a la
jurisdicción del Tribunal Superior de Justicia, aunque los cambios fueran poco significativos, excepto en el caso de Armada, que ahora salía con 30 años de condena. Milans, Tejero y Armada
fueron los únicos con una condena superior a 12 años, a la mayoría les
correspondieron penas de l a 3 años, tras los cuales se podrían
reincorporar nuevamente a sus puestos en el Ejército. Uno de los condenados, éste a 5 años, fue el capitán Jesús Muñecas,
cuya brillante actuación televisiva, anunciando al hemiciclo la llegada
inminente de una “autoridad militar”, también merecería haber sido
premiada con un Oscar. Otros que tuvieron la suerte de no salir por la tele se pudieron salvar con mucha más facilidad. Los coroneles Valencia y Arnáiz, por ejemplo, que se encargaron de tomar RTVE y varias emisoras de radio, no fueron encausados y al poco del 23-F los dos resultaron ascendidos a General.
Gómez Iglesias fue el único agente del CESID condenado por implicación directa en el asalto al Congreso. El Tribunal Militar sólo le impuso una pena de 3 años, aunque después el Supremo la amplió a 6, los otros ni siquiera atestiguaron en el juicio. Cortina llegó a ser procesado, en base a las imputaciones de Tejero. Pese a que el fiscal le pedía 12 años, por actuar de enlace de Armada en Madrid y dar apoyo logístico a Tejero para que tomara el Parlamento, fue absuelto de manera poco convincente por falta de pruebas. Posteriormente fue ascendido a Coronel de Estado Mayor. En 1990 le fue concedida la Cruz Militar con distintivo blanco y la placa de San Hermenegildo. No hace falta decir que todas las referencias al rey desaparecieron en la sentencia.
El rey.
Cuenca Toribio cuenta en su libro “El 23-F. Conversaciones con Alfonso Armada” que el rey sabía tanto del golpe como el General, ya que todas sus averiguaciones se las transmitía en sus habituales audiencias. Podemos afirmar entonces que el rey conocía el peligro de un Golpe de Estado, pues recibía información puntual de Armada y del propio CESID.
Según recogen Isabel Durán y José Díaz Herrera en su libro “Los secretos del poder”, José Luis Cortina estuvo hasta once veces en la Zarzuela en el mes de febrero. Su Majestad visitó incluso el chalé París, cuartel general de la AOME, la unidad operativa del CESID, donde recibió información de primera mano del comandante. Sin embargo, las conversaciones entre el rey y Cortina son prácticamente desconocidas. El Comandante fue compañero de promoción del monarca en la Academia de Zaragoza
y dada la afluencia de sus encuentros en fechas tan señaladas no es
descabellado pensar que estaba mejor informado de lo que se supone.
Ricardo Pardo Zancada cuenta en su libro “La pieza que falta” una conversación telefónica entre Jaime Milans del Bosch y Armada, en la víspera del golpe. Los dos generales se llaman para saber si todo está preparado y darse ánimos. Al final, Milans del Bosch le pregunta si ha hablado con el “número uno”, a lo que Armada responde: “El rey es muy voluble, así que estaré con él en la Zarzuela”. Sobre el famoso mensaje por televisión, algunos autores aseguran que su tardanza se debe a que aguardaba una respuesta de Armada, que se encontraba en el Congreso tratando de convencer a Tejero. El General sale del Parlamento y llega al cuartel general que Policía y Guardia Civil tenían en el Hotel Palace a las 1,14 horas de la madrugada. El mensaje del Rey se emite apenas dos minutos más tarde.
El Coronel Amadeo Martínez Inglés, explica que el 23-F no se registró un golpe militar: “Los golpes militares se dirigen desde el primer momento contra la cúpula del Estado, en este caso contra el rey, sin embargo, no lo molestaron. Los guardias civiles que entraron en el Congreso de los Diputados bajo las órdenes del Teniente Coronel Tejero no iban en contra del rey,
iban precisamente en su nombre, incluso dando vivas al monarca, como se
observó en la televisión. Ese golpe, entre comillas, tampoco iba contra
el sistema político. El General Armada, la cabeza visible en Madrid, llevaba en su bolsillo una hoja con un futuro Gobierno
presidido por él e integrado por demócratas de los principales partidos
políticos. Fue una maniobra político-militar- institucional, puesta en
marcha por el propio sistema, desde la Corona, para desactivar un
golpe militar que se estaba fraguando para el 2 de mayo en los
ambientes más radicales de la extrema derecha española, era un golpe
contra el rey, preparado por militares que deseaban que España volviera al totalitarismo. El rey, al ver lo que se venía, optó por tomar una decisión de dar un golpe, o pseudo golpe, o una maniobra para salvar su corona. El rey se salió del marco constitucional, y el fin nunca puede justificar los medios”.
El Coronel Martínez Inglés
en su libro “La transición vigilada”, retirado del mercado a los 15
días de su salida al mercado, incluye las únicas declaraciones del
general golpista Milans del Bosch sobre esos acontecimientos. Habían coincidido en la misma prisión y el Coronel le prometió no divulgarlas hasta después de su muerte. Milans del Bosch le dijo: “El rey
quiso dar un golpe de timón institucional, enderezar el proceso que se
le escapaba de las manos y, en esta ocasión, con el peligro que se
cernía sobre su corona y con el temor de que todo saltara por los aires,
me autorizó actuar de acuerdo con las instrucciones que recibiera de Armada”.
El Jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campos, cuando fue expulsado de su puesto por el Rey, porque no admitía las continuas tropelías del monarca y se las recriminaba, le contó a Trevijano cómo en el libro de visitas del Rey del día 11-F aparecía borrado el nombre de D. Alfonso de Borbón y en su lugar se había puesto el del General Armada, que se presentó de improviso en la Zarzuela, sin conocimiento de su Capitán General, y tratándolo como si fuera un soldado, y le dijo: “dígale al Rey que estoy aquí y vera cómo me recibe en el acto”, lo que efectivamente sucedió. Sabino le contó también a Trevijano que, a las tres de la mañana del 24-F, ordenó a un capitán de servicio en la Zarzuela que se presentara en la Agencia EFE y retirara el cable enviado por el Rey a Miláns del Bosch en el que le decía “que ya no podía dar marcha atrás”. Se refería a la suspensión de la operación político-militar promovida por la Corona. Miláns del Bosch, que ya había sacado los tanques a la calle, no obedece al Rey al instante. En una entrevista de Trevijano, con el Coronel Diego Camacho, del CESID, relató cómo sus jefes estaban dentro del golpe y cómo lo apartaron cuando lo denunció ante su superior el general Calderón, sin saber que formaba parte de la trama. Según este Coronel, el Rey dio marcha atrás cuando Armada le comunicó por teléfono que Tejero iba por libre y no le obedecía”.
En otra entrevista realizada en la COPE por César Vidal al Coronel Alberto Perote del CESID, que vivió en directo todo el asunto, al preguntarle qué habría pasado si Tejero hubiera obedecido y las cámaras hubieran sido desconectadas, su respuesta fue rotunda: “Armada habría salido del Congreso investido como presidente del Gobierno”.
Manipulación informativa.
Volviendo al tema inicial del post,
sorprende como los medios desinforman sobre este tema. El programa del
pasado domingo emitido en La Sexta, de nuestro amigo Lara, (Ver quien controla los medios de comunicación en España) “Operación Palace” tuvo varias lecturas. Para las personas que conocen un poco el 23-F
fue una burla, para las personas que quieren saber y no saben una
ofensa, para los seguidores del programa y gran masa, una obra de arte.
Si el fin era el de demostrar que los medios nos manipulan, ¿que mejor
que explicar lo que pasó realmente el 23-F?, ¿acaso no
llevamos treina y tres años manipulados?, tenía la excusa y el título
perfecto. Podría explicar como aquella noche en el hotel se encontraba
el Teniente General José Antonio Sáenz de Santamaría, el abuelo de su nieta, esperando a ser nombrado tras el golpe Ministro de Autonomías y Regiones.
Además no cayeron en que un porcentaje bastante elevado de sus
espectadores, ya conocen la existencia de la manipulación mediática. Mal
momento para realizar experimentos con un tema tan delicado. O no,
depende de los fines que se persigan. Independientemente si ha gustado o
no, lo único que queda patente es que del 23-F no se
ha hablado absolutamente nada. Tras “Operación Palace”, habrá sin duda
más gente consciente de la manipulación masiva de los medios, pero
también resultará más difícil que los incrédulos se informen y acepten
la verdad acaecida de los hechos el día del Golpe de Estado de 1981 y la implicación del rey. Es más fácil engañar a una persona, que demostrarle que ha sido engañada.
“La
idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de
ella en su justa medida. Basta dejar al pueblo que por algún tiempo se
gobierne a sí mismo, para que inmediatamente esta autonomía degenere en
libertinaje. Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego
en luce pararán los reyes y sus herederos, escogiendo
estos últimos, no según el derecho hereditario, sino teniendo en
consideración sus cualidades sobresalientes; los iniciarán en los más
ocultos secretos de la política; en los planes de gobierno, siempre bajo
la condición de que nadie llegue a penetrar esos secretos. El objeto de
esta manera de proceder es que todo el mundo sepa que el gobierno no
puede ser puesto en otras manos sino en las de aquellos que están
iniciados en los misterios del arte de gobernar. Sólo a estas personas
se les enseñará la aplicación de los planes políticos, las enseñanzas de
la experiencia de los siglos; todas nuestras observaciones sobre las
leyes político-económicas y sobre ciencias sociales ; en una palabra,
todo el espíritu de estas leyes que la naturaleza misma ha establecido
como infalible para normalizar por ellas las relaciones de los hombres.”
Extracto del protocolo XXIV, del libro “Los protocolos de los sabios de
Sión”. Leer libro.
Conclusión.
La maquinaria bilderberiana se puso en marcha desde la Casa Real, con el Borbón, confidente de la Casa Blanca y amigo de Kissinger, actual Rey de España y Rey de Jerusalén, Caballero de la Orden de Malta y Caballero de la Orden de la Jarretera y Gran Maestre de la Real Orden de Isabel la Católica entre otras tantas. Continua con el CESID, controlando desde un principio a Tejero y dejándole hacer, así como la planificación de la Operación De Gaulle y la posterior elección de Armada. Todo controlado y consentido por el héroe de la pista Gutierrez Mellado, y por supuesto reuniendose con líderes políticos, todos al corriente del golpe, así como a la CIA y al Vaticano. El PSOE de la CIA, con Isidoro
a la cabeza y apoyando el golpe desde el principio, ya tenía preparado
su nuevo discurso para octubre, no preocupar a la banca ni a los poderes
fácticos, y apoyar a la monarquía sin complejos. Estaba preparado para
encaminar a España al Nuevo Orden Mundial con la entrada en la OTAN y en la UE, a pesar de sus promesas. Adolfo Suárez
fue un hombre de los americanos y lo mantuvieron en el poder hasta que
molestó. Si lo datos que nos ofrecen los autores mencionados en este
post son ciertos, el golpe del 23-F, al fin y al cabo, acabó
cumpliendo su fin. No solamente por que se consiguieron los objetivos, o
por el éxito de la manipulación de la verdad en la versión oficial y en
todos los medios, sino por comprobar desde sus poltronas el
alienamiento y la elevada pasividad popular, que estaba boquiabierta
esperando las palabras del rey por televisión. ¿Te suena de algo?
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